martes, 9 de septiembre de 2025

“EN VERDAD SOY ACTUADO”

 “EN VERDAD SOY ACTUADO”

 

“Mañana mismo… ¡Oh, si fuese posible marchar mañana! Es preciso convertirse en un hombre nuevo, resurgir. Quiero demostrarles… Polina sabrá que aún puedo volver a ser un hombre. Basta para esto. Hoy es demasiado tarde, pero mañana… Tengo una corazonada. ¡No puede fallar! ¡Me quedan quince luises y empecé a jugar con quince florines! Si al principio se juega con prudencia… ¿Seré un chiquillo? ¿Es posible? […] ¿Y si yo ahora perdiese los ánimos y no me atreviera a tomar nuevas decisiones?  ¡No, no; mañana…! ¡Mañana todo habrá concluido!”

El jugador (trad. R. Ledesma). Fiódor Dostoyevski

 

¿Qué hacer con la última moneda (o fuerza)? Se puede seguir apostando para recuperar lo perdido y luego tener más chances de apostar más; o, también, reservarla. Para Alexéi la ruleta lo condeno a prisión por deudas y el quiebre con su familia (Polina) que esperan su recuperación de la desgracia, pero este promete que la filiación a la apuesta es momentánea: al final su razón no es el dinero, sino es el constante o experiencia de juego. Su última moneda, seguramente, será puesta en juego para que el extásis emerja con intensidad: “Creí morir de alegría al cobrar ciento setenta y cinco florines. No me alegré tanto el día en que gané cien mil.”. La apuesta o, más bien, el apostar es una acumulación no de dinero, sino de (re)destrucción donde en algún momento llegará la hora de ser un nuevo hombre.

Aunque, esta ‘re-novedad’ no puede tener una finalidad o si se quiere un telos debido al vértigo de la ruleta, por ese motivo prefiero llamar este movimiento una destrucción. Con la ‘ludopatía’ no se va a ningún lado mas que a las vueltas; pero sí desprende un saber similar a lo llamado “divinidad”, esto es: el ‘azar’, los ‘pantalones amarillos (de la suerte)’ o la ‘numerología’, etcétera, son lo que justifica y rige el apostar, aunque son tan efímeros como el juego, ya que mañana pueden ser los ‘zapatos rotos’ que den consistencia a la destrucción (o al juego) – se abre la superstición. Son apariencias de saber, al final no se sabe dónde caerá la bola; solo sabemos cuando lo hace porque se siente. La experiencia de la ruleta siempre sobrepasa a sus materiales, ¿cómo esa bolita puede determinar mi deseo? ¿qué esta verdaderamente en juego? No es solo el dinero o el orgullo debe ser más que ello… puede ser pues la apertura de ‘lo último’ aquello que nos sobrepasa, es decir, la clarividencia del absurdo juego de los zapatos rotos y pantalones amarillos. Creía morir de alegría de no haber hecho mañana. 

 


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