Me deslizó suavemente hacia una meditación de lo trágico, me entregó a imágenes terribles, me llevan olas de pasiones suicidas y solo en ellas se forma la imagen de un suave corte, de una muñeca quebrada, de un suave golpe que inicia una nube de violeta y rojo en mi nuca, de una nada oculta.Más allá de lo eterno, me hundo en mi propio abismo, me concentro en las sensaciones, en el arma, en el acto y todos sus detalles, la muerte aparece como un lujo que no puedo gozar, no hay deleites en esas imágenes, no hay gozo desenfrenado, frente a este hecho escojo ver de nuevo al día.
Lo que antes era la suma de pulsos solares, de ráfagas inclementes es ahora más ameno, no una noche que muere sino un exceso de maravillas que me arrancan los ojos y reclaman mis órbitas, mi nervio óptico me conduce a la majestad del día. No hay dios que valga la pena evocar cuando el amanecer se siente así, cuando encontramos los jardines salvajes de una vida sin apoligias, los encontramos por las mil entradas que marcan el silencio, la voz herida y la muerte. Mi experiencia interior, el punto donde he encontrado al mal es en esa aurora prohibida en la que la palabra eternidad nada significa.
Segunda parte;
Contra las noches largas, las habitaciones vacías.
Escenario;
Una habitación oscura, con líneas blancas en el piso. Dos voces de encuentran
Ático; Ciertamente, las pretensiones que nos permitimos externar o las palabras de desesperación cuyo sentido agudo y punzante se extienden a tantos momentos de la experiencia y a situaciones tan dispares que palidecen. Cubren tanto y tan poco.Como gesto lírico valen si el lector, si el escucha, se encuentra en un mismo registro, en una misma dislocación de afectos y sentidos. Aferrarse a ellas como si se tratarán de gestos del alma que marcan a nuestra sensibilidad es algo valedero solo para las meditaciones nocturna. Claudican en contacto con la soledad del lector y fenecen como desgarramiento, son casi clichés en la expresión de la soledad cómo herida a nivel de la existencia.
Virbio; El peso lírico de tales expresiones, el acento que las marca como tales no se vale de la traducción de experiencia a experiencia, entender a la desesperación y a sus expresiones como un siempre arranque sin importancia en su transmisión sería la peor necedad. No hay traducción sin verdad, la realidad de lo lírico, de lo tajantemente desgarrador es la nulidad de inteleccion en su significado, la mente procesa términos pero en plena confusión por el medio de expresión y la expresión misma ocurre una libre asociación, la magia se impone como un hecho ligado a lo trágico, lo trágico es en la lectura el saberse íntimo de lo escrito y a la vez alejado.
Át; Moverse en paradojas tiene todo el sentido si se oculta lo real. Lo que ocurre en los hechos de la comunicación de lo incomunicable puede ser dicho solo en sinsentidos(Dicho con ironía e irritación) podemos soltar jerga de francés y repetir lo dicho por tantos y se sostendría lo que empezamos diciendo, cualquiera de las sensacione es ínfima, cualquier sensibilidad como la razón llevada a la crisis se cierra a lo incomunicable.
Vir; No, el religioso que dio pie a está conversación - gracias a las palabras de un compañero religioso, un hijo del Alva- tuvo razón, las palabras de la ausencia, de la desesperación, caen en lo prohibido, la razón como sensibilidad se reduce a una facultad que pone en juego analogías y otras nimiedades, el cambio real llega al percatarse de lo que es inexpresable, cuánto la lírica expresa deja más sin decir, es en este hecho en el que se comunica lo incomunicable.
Át; ¿Quién podrá entendernos?
Vir;¿Quién quisiera entendernos?
Át; Dos voces en un escenario vacío habitantes de una página.
Vir; Murmullos suplicantes del olvidó...
Fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario