martes, 4 de noviembre de 2025

Apuntes sobre la sociología sagrada de Georges Bataille

Apuntes sobre la sociología sagrada de Georges Bataille

En una de las conferencias de Bataille titulada La sociología sagrada del mundo contemporáneo pronunciada el 2 de abril de 1938, manifiesta su constante preocupación por comprender las sociedades humanas, más exactamente, por la sociedad en que vivimos actualmente. Dentro de este marco, la investigación por el tema de la comunidad obtuvo su fuerza tanto por las circunstancias de la vida de Bataille y, a su vez, de la preocupación por la existencia en su totalidad. De esta manera, la investigación de Bataille en el colegio de sociología tiene como objeto las consideraciones ontológicas sobre la naturaleza de la sociedad. Así mismo, reconoce que la pregunta ontológica por lo que es la sociedad está entrelazada por la pregunta por la subjetividad. 


Al interesarse en la sociología en términos ontológicos, le interesa a su vez cómo la ciencia no es ajena a una idea sociológica. De está manera extrapola estructuras de la física y la biología retomando consideraciones del astrofísico Émile Belot. Al mismo tiempo, Bataille se mantiene en la línea de pensamiento de los análisis sociológicos de Durkheim y Roger Caillois y considera que la sociedad no se reduce a la suma de los elementos que la componen. En consecuencia, el colegio de sociología tiene como objeto de investigación el ser compuesto que es la sociedad, así como sus movimientos de conjunto. 


Así mismo, la sociología de Bataille resultó ser una gran disidencia respecto a lo que se estaba trabajando en la sociología francesa, puesto que se trataba, en todo caso, de una sociología sagrada. De la misma manera que lo religioso se diferencia de lo sagrado, puesto que lo religioso resulta de la estabilización de lo sagrado ya separado de su parte nefasta, en este mismo sentido, la sociología sagrada se distingue de la sociología de la religión o de la sociología en general. Así pues, la sociología sagrada tiene cómo objeto de investigación las fuerzas sagradas dentro de las dinámicas de lo social. De igual manera, se distingue de las categorías establecidas de comunidad o individuo. 


La sociedad, siendo distinta de la simple suma de sus individuos, mantiene la unidad de su composición por medio de un movimiento de conjunto que modifica continuamente su propia naturaleza y, a su vez, la diferencia de los componentes individuales que la constituyen . Está formación de ser compuesto que es la sociedad, remite a un proceso fundamental de todo lo que existe. De manera que todo aquello que conforme una unidad a partir de diferentes elementos, debe ser diferenciada de los elementos mismos que la componen. De esta manera, cada elemento que constituye la naturaleza se ofrece como un conjunto de virtualidades que aún no han sido actualizadas. En este sentido, el elemento central de la investigación de Bataille se enfoca en éste movimiento de conjunto. 


Sin embargo, para Bataille, la sociedad no deja de ser uno de los grados de composición más complejos. Las fuerzas que constituyen a la sociedad se mantienen exteriores al individuo y al mismo tiempo lo atraviesan. Así mismo, la fuerza de intensidad del movimiento de conjunto no es constante, por lo que una comprensión adecuada del mundo contemporáneo supone el análisis de estas variaciones de intensidad. De este modo, el análisis de Bataille revela que la pérdida de los centros sagrados en las sociedades actuales ha llevado al decrecimiento de intensidad del movimiento de conjunto. Este fenómeno ha medida que ha avanzado, obtuvo en consecuencia el incremento de los movimientos individuales, funcionales y serviles. En este sentido la existencia humana queda subordinada a la utilidad que tiene como finalidad el trabajo. Al sustituir el mundo funcional la existencia plena, el trabajo quedó reducido al valor de un estupefaciente que aleja al ser humano de su preocupación fundamental por el destino.

De manera simultánea, otra de las consecuencias de este fenómeno fue la predominancia de la violencia militar. Mientras que la violencia sagrada se distingue por la pérdida y por la destrucción de la subjetividad —constituyéndose a su vez como una fuerza que funda comunidad—, la violencia militar se caracteriza por la utilidad y la búsqueda de ganancias, de modo que la guerra representa el punto culminante de la racionalidad.

No obstante, tampoco es posible concluir que lo sagrado haya dejado de existir, por lo que, para una mejor comprensión de nuestra época, la pregunta fundamental que guía las investigaciones de Bataille es: ¿cómo acontece lo sagrado en el mundo contemporáneo? Si bien la experiencia de lo sagrado no ha desaparecido, al menos sí se ha transformado. En un mundo dominado por la utilidad y la racionalidad, lo sagrado irrumpe en la lógica del trabajo y la producción. De este modo, la reflexión de Bataille revela que, incluso en el seno de una sociedad profana, subsiste una forma de lo sagrado que se manifiesta en los márgenes de la vida social

Por un lado, Bataille señala la existencia de sociedades no humanas que no tienen como objeto lo sagrado; por otro, observa que la sociedad humana actual vive consumida en un mundo homogéneo y profano, donde la experiencia de lo sagrado ha quedado reducida a una mera supervivencia.

El ser humano solo existe en sociedad. Sin embargo, a diferencia de las sociedades no humanas, la sociedad humana se distingue, entre otras cosas, por la presencia de elementos sagrados. En las comunidades primitivas, aquello que las diferenciaba entre sí era precisamente el núcleo sagrado de cada una, el cual se manifestaba en diversos ritos, lugares, objetos o personas que pertenecían de manera propia a la comunidad.

En las comunidades primitivas, los hombres se reunían en torno a un horror y una repugnancia comunes. Entre los objetos de ese horror se encontraban el cadáver y la sangre menstrual. La muerte, en este contexto, constituye un expediente común: no pertenece a la primera persona, sino que une a la comunidad en torno a lo sagrado que ella engendra.

Este factor distintivo, propio de las comunidades primitivas, ha desaparecido a causa de las transformaciones sociales e históricas que han sobrevenido. En este sentido, las relaciones humanas no son inmediatas, sino que están mediadas por el núcleo sagrado de cada comunidad, que actúa como el centro que las reúne. Dicho núcleo, exterior a los individuos, contiene en sí mismo el tabú.










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